"DON CHEMA" Las Manos Que Dan Vida Al MONTE COXALA
José María Don Chema— transformó el paisaje del Monte Coxala con cemento, piedra y fe. Sin planos formales, sin universidad, pero con un talento que parece heredado de nuestras raizes prehispanicas, Don Chema dedicó más de 40 años a levantar impresionantes esculturas.


HACE
MAS DE
1000 años
los Mayas, los Mexicas y los Toltecas levantaron con sus manos ciudades que tocaban el cielo. No solo construyeron templos: Esculpieron el tiempo en piedra, hablaron con los astros, y dieron forma a lo divino a través de la arquitectura. Aquel tipo de grandeza —monumental, simbólica, — parecía perdida… hasta ahora.
JALISCO
EN LOS CERROS DE
U
n maestro albañil sin estudios formales, pero con una visión ancestral en la sangre, ha dedicó más de 40 años de su vida a recrear lo impensable. Esculturas gigantes, cabezas olmecas, serpientes emplumadas, pirámides, saunas que parecen templos, albercas termales y hoteles se alzan hoy en Monte Coxala como si hubieran sido construidos bajo las mismas estrellas que guiaron a nuestros ancestros. Nada allí es casual: cada piedra, cada figura y cada estructura responde a una filosofía arquitectónica inspirada en el México antiguo.
Fotografia capturada por Carlos Heriberto Escoto.

C
uando uno visita el Monte Coxala, en Jalisco, es fácil quedarse sin aliento ante la majestuosidad de sus esculturas prehispánicas: figuras colosales, deidades talladas con precisión milimétrica y un ambiente que parece transportarnos a otro tiempo. Lo que pocos saben es que detrás de cada piedra tallada, de cada escultura imponente y cada rincón simbólico, esta el ingenio de una persona: Jose Maria Zuniga Plasencia "Don Chema" Mi abuelo.


No hay planos formales. Solo hay obra. Y detrás de ella, un hombre cuyo nombre aún no aparece en los libros de historia, pero que ya escribió el suyo en piedra.
José María — Don Chema— nació el 3 de mayo en Chapala, Jalisco, una fecha que en México no pasa desapercibida: el Día de la Santa Cruz, una celebración dedicada a los albañiles. Es tradición que ese día se bendigan cruces en la iglesia y se coloquen en las construcciones como símbolo de protección. Que Don Chema haya nacido justo ese día parece más que coincidencia: es como si el destino —o los dioses antiguos— le hubieran entregado en su cuna el don de la construcción.


esde que pudo caminar, su padre: Don Manuel Zuñiga le enseñó a sembrar. Su niñez transcurrió entre surcos y veredas, pero también en la escuela pública del pueblo, donde brilló especialmente en matemáticas. Recuerda con cariño a sus maestras, la señora María y la señora Chuy Ramírez, a quienes describe como “muy buenas maestras”. Aunque le ofrecieron una posición en un banco por su desempeño académico, rechazó esa vida de escritorio. El llamado del cemento, del sol y de la montaña fue más fuerte. Desde muy joven, trabajó en la construcción junto a su padre y sus hermanos. Ahí, sin saberlo, comenzaba a forjarse el artista que levantaría Monte Coxala.
D




A VECES, LAS
GRANDES OBRAS NACEN DEL DOLOR




Un
accidente cambió el rumbo de José María. Un coche lo atropelló, dejándolo con la pierna fracturada y la rodilla severamente dañada. Estuvo inmovilizado durante meses. Para un hombre de campo, activo y trabajador, aquello fue una condena insoportable. “Cómo me enfadaba de no hacer nada…” recuerda. Pero en medio del reposo forzado, ocurrió algo inesperado: el arte lo encontró.