"DON CHEMA" Las Manos Que Dan Vida Al MONTE COXALA

José María Don Chema— transformó el paisaje del Monte Coxala con cemento, piedra y fe. Sin planos formales, sin universidad, pero con un talento que parece heredado de nuestras raizes prehispanicas, Don Chema dedicó más de 40 años a levantar impresionantes esculturas.

Tony Zuniga

5/28/20254 min read

HACE

MAS DE

1000 años

los Mayas, los Mexicas y los Toltecas levantaron con sus manos ciudades que tocaban el cielo. No solo construyeron templos: Esculpieron el tiempo en piedra, hablaron con los astros, y dieron forma a lo divino a través de la arquitectura. Aquel tipo de grandeza —monumental, simbólica, — parecía perdida… hasta ahora.


JALISCO

EN LOS CERROS DE

U

n maestro albañil sin estudios formales, pero con una visión ancestral en la sangre, ha dedicó más de 40 años de su vida a recrear lo impensable. Esculturas gigantes, cabezas olmecas, serpientes emplumadas, pirámides, saunas que parecen templos, albercas termales y hoteles se alzan hoy en Monte Coxala como si hubieran sido construidos bajo las mismas estrellas que guiaron a nuestros ancestros. Nada allí es casual: cada piedra, cada figura y cada estructura responde a una filosofía arquitectónica inspirada en el México antiguo.


Fotografia capturada por Carlos Heriberto Escoto.

C

uando uno visita el Monte Coxala, en Jalisco, es fácil quedarse sin aliento ante la majestuosidad de sus esculturas prehispánicas: figuras colosales, deidades talladas con precisión milimétrica y un ambiente que parece transportarnos a otro tiempo. Lo que pocos saben es que detrás de cada piedra tallada, de cada escultura imponente y cada rincón simbólico, esta el ingenio de una persona: Jose Maria Zuniga Plasencia "Don Chema" Mi abuelo.



No hay planos formales. Solo hay obra. Y detrás de ella, un hombre cuyo nombre aún no aparece en los libros de historia, pero que ya escribió el suyo en piedra.


José María — Don Chema— nació el 3 de mayo en Chapala, Jalisco, una fecha que en México no pasa desapercibida: el Día de la Santa Cruz, una celebración dedicada a los albañiles. Es tradición que ese día se bendigan cruces en la iglesia y se coloquen en las construcciones como símbolo de protección. Que Don Chema haya nacido justo ese día parece más que coincidencia: es como si el destino —o los dioses antiguos— le hubieran entregado en su cuna el don de la construcción.


esde que pudo caminar, su padre: Don Manuel Zuñiga le enseñó a sembrar. Su niñez transcurrió entre surcos y veredas, pero también en la escuela pública del pueblo, donde brilló especialmente en matemáticas. Recuerda con cariño a sus maestras, la señora María y la señora Chuy Ramírez, a quienes describe como “muy buenas maestras”. Aunque le ofrecieron una posición en un banco por su desempeño académico, rechazó esa vida de escritorio. El llamado del cemento, del sol y de la montaña fue más fuerte. Desde muy joven, trabajó en la construcción junto a su padre y sus hermanos. Ahí, sin saberlo, comenzaba a forjarse el artista que levantaría Monte Coxala.



D

A VECES, LAS

GRANDES OBRAS NACEN DEL DOLOR

Un

accidente cambió el rumbo de José María. Un coche lo atropelló, dejándolo con la pierna fracturada y la rodilla severamente dañada. Estuvo inmovilizado durante meses. Para un hombre de campo, activo y trabajador, aquello fue una condena insoportable. “Cómo me enfadaba de no hacer nada…” recuerda. Pero en medio del reposo forzado, ocurrió algo inesperado: el arte lo encontró.

metálica, y comenzó a trazar con clavos cada detalle. “Me tardé más en hacer el dibujo que en hacerlo en cemento”, dice riendo. Su esposa, Mari, caminó kilómetros desde el campo hasta el pueblo para traerle marmolina. Con paciencia, aplicó la técnica: perforó la lámina, esperó el momento justo en que el cemento estuviera fresco, la colocó sobre él y guió su mano por los huecos. “¡Y nombre, quedó pero bien!”, exclama orgulloso.


En una revista cualquiera vio por primera vez el Calendario Azteca, esa compleja piedra solar que guarda siglos de sabiduría ancestral.

Tomó un cartoncillo, luego una lámina